Si beber agua en perfectas condiciones resulta algo
vital e imprescindible para la hidratación de nuestro cuerpo, más necesario
resulta cuando no solo bebemos para nosotros mismos.
El Instituto de Investigación Agua
y Salud (IIAS) aconseja aumentar al menos en 300ml la ingesta diaria de
agua (2 litros), para
disponer de suficiente cantidad de líquido; y asegurar así el estado óptimo de
la salud de nuestro bebé.
Este consumo mayor de agua es necesario para la hidratación y el
crecimiento del feto, la formación del líquido amniótico; y para una mayor
ingestión de energía. Además facilita el trabajo de los riñones,
regulariza el tránsito intestinal, favorece la digestión y ayuda a transportar
nutrientes.
Durante el embarazo, nuestro cuerpo puede
experimentar reacciones muy diferentes con respecto al consumo de agua:
-La sensación de sed disminuye: nuestro
cuerpo comienza a sentir sed cuando ya ha comenzado el proceso de deshidratación.
Por este motivo es sumamente importante que bebáis agua aún sin sentir la
necesidad de hacerlo.
-Náuseas con el agua: se conocen casos de mujeres
que directamente rechazan el agua porque ingerirlo les produce náuseas. Frente
a esto, os podemos recomendar algún truquillo que ha funcionado a mujeres que
ya han sido mamás:
1) Cambiar el agua corriente por agua con gas
2) Añadir al agua (que habremos filtrado
previamente) un poco de zumo de limón. No debemos poner mucha cantidad ya que
esto podría provocar estreñimiento, y no vamos a arreglar una cosa para
estropear otra, ¿verdad?
-Sed compulsiva: muchas embarazadas
manifiestan pasarse todo el día con la boca muy seca, lo que eleva las ganas de
ingerir agua. Esto puede deberse a que tengamos diabetes gestacional. El desarrollo del feto en el cuerpo materno supone un
importante gasto de energía y para cubrir esta demanda, el organismo necesita
modificar la cantidad y la forma de asimilación de la glucosa.
Debemos acudir al médico para que nos realice una
prueba denominada “prueba de tolerancia a la glucosa” para corroborarlo. Para la
mayoría de las mujeres con este diagnostico es suficiente con una dieta
alimenticia específica, aunque el 10% también necesitará un tratamiento con
insulina antes del final del embarazo. Otra de las razones por las que podemos
notar sequedad en la boca es porque tengamos la presión arterial baja.
Beber agua en mucha proporción no resulta contraproducente;
eso sí, cuando no se convierta en obsesión. Este comportamiento derivaría en “Potomanía”,
es el deseo de beber cantidad anormales de líquidos. Lo que tampoco es bueno
para la salud.
Y vosotros: ¿alguna experiencia con el agua durante
el embarazo que queráis compartir?
¡Feliz jueves!